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Cuervo y Sobrinos

Antes de que Cuba dejase de ser una colonia dependiente de España, don Ramón Cuervo estableció lo que sería una de las joyerías y relojerías más emblemática de La Habana. Con la ayuda de sus familiares más cercanos (de ahí lo de Cuervo y Sobrinos) la firma crece y se expande por Europa (Francia y Alemania). Diez años más tarde, llega a Chaux-de-Fonds, en el corazón de la relojería suiza.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la casa matriz se convierte en una visita obligatoria para las personalidades de la época que se acercan a La Habana (Churchill, Einstein, Hemingway, Neruda…), pero los acontecimientos políticos de la época dañan a la firma, quedando inactiva durante 40 años. En 2002, el espíritu emprendedor de Marzio Villa reverdece viejos laureles y relanza la marca y la sitúa como una de las de mayor personalidad propia.

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